proyectos

Morabito de Sidi Abdullah Khalifa

Proyecto morabito
Proyecto morabito

El morabito de Sidi Abdullah Khalifa, situado en el poblado de Ouled Yussef,  Oasis de M’hamid, provincia de Zagora, Marruecos. Es uno de los edificios más singulares y bellos de oasis siendo, además, un lugar venerado y respetado por los habitantes del  pueblo, ya que en él descansan los restos del marabú que le da nombre. 

La restauración del morabito se ha realizado en colaboración con el grupo ArCHIAM de la Universidad de Liverpool.

El morabito es una pequeña edificación de planta cuadrada  de 7,8 m de lado (15 codos rasasís) y de apenas 40 m2, situada en el palmeral al norte de Ouled Yussef. El edificio tiene una sola planta de altura y está coronado por 5 cúpulas ovoidales. Al oeste del edificio se sitúa el cementerio de los parientes del marabú.

Para acceder al morabito se atraviesa un largo pórtico que se abre hacia el sur, lo que ya nos hace presagiar que estamos entrando en un espacio que desea ser protegido del exterior. La puerta para acceder al morabito está jalonada por unas molduras laterales que son el arranque de un alfiz en la parte superior de esta. El dintel de la puerta tiene una sutil decoración de arquillos en relieve en la parte superior. El pavimento del interior del morabito es de tierra apisonada. 

El morabito está construido con tierra: muros de tapial de 53-54 cm de ancho (un codo rasasí) y 5 m de altura hasta la cornisa (9 codos rasasís). Por encima de esta cota se elevan las cúpulas de las esquinas y, por encima de estas, la cúpula central, situada sobre el espacio central, donde se sitúa la tumba del marabú. Los cuatro tramos de cubierta plana están ejecutados con vigas de palmera o ramas de tamarisco y torta de barro. Las cúpulas, de trazado sencillo e irregular y con un diámetro interior de 1,25 – 1,35 m, están ejecutadas por aproximación de hiladas de adobes y revestidas exteriormente con un revoco de cal. Además de los muros de carga perimetrales, la estructura del edificio está compuesta por cuatro machones en forma de L de 1 m de lado (2 codos) y que configuran y distribuyen el diminuto espacio interior. Estos machones están construidos con adobes y revestidos con mortero de barro y jabelga de cal. En los encuentros entre los machones y los muros perimetrales aparecen, por debajo de las vigas de madera de tamarisco del forjado, falsos arcos apuntados, de un pie de espesor, que segmentan el espacio y aportan esbeltez a la estructura. Estos cuatro machones están unidos entre sí por otros 4 falsos arcos apuntados y que, como los anteriores,  arrancan de ménsulas en el propio muro o en los machones. 

El interior del morabito está revestido con una jabelga de cal que se ha ido oscureciendo con el humo de las velas que se colocan en las paredes en honor del marabú. Es un espacio en penumbra donde solo entra la luz a través de los pequeños y estrechos huecos de sus fachadas o a través de los minúsculos huecos recortados en las cúpulas. En determinados momentos del año, los rayos de sol entran a través de estos huecos y alcanzan la tumba del marabú, envolviendo el espacio en una atmósfera de magia y misticismo.  

Los trabajos de documentación se llevaron a cabo durante los diferentes viajes realizados por Terrachidia entre 2014 y 2015. Posteriormente se hizo una valoración de daños en septiembre de 2018 y la obra se ejecutó en los meses de febrero y octubre de 2019. En los trabajos de restauración participaron 7 maestros o maalem; 10 aprendices locales; un maestro de tadelakt, 38 participantes llegados desde diferentes países; 3 arquitectas de ArCHIAM; una fotógrafa y 4 arquitectas de Terrachidia. Además, fue imprescindible el apoyo de la Commune de M’hamid, de la qabila de Ouled Yussef y de las familias de pueblo.

Los primeros trabajos que se acometieron fueron las demoliciones de todos los forjados del pórtico de entrada y de dos tramos de cubierta plana del morabito. Se retiraron también los revocos desprendidos del soporte o deteriorados de todas las fachadas y se demolió parte del peto de cubierta, con riesgo de caída. Se prestó especial atención a los revocos exteriores de las cúpulas, especialmente dañados por las lluvias.

Para la restauración de los forjados se reutilizaron algunas vigas de madera y se trajeron otras de tamarisco recuperadas. Se sustituyó la estera de cañizo sobre las vigas y se rehízo la torta de barro de todas las cubiertas planas, incorporando una torta de barro e unos 15-20 cm de espesor y una capa de acabado con una proporción superior arcilla y paja, que garantiza la impermeabilización. Se reparó el encuentro de la cubierta y el arranque de las gárgolas, siempre problemático en este tipo de construcciones. 

Todas las fachadas fueron remozadas con mortero de tierra y el alfiz de la puerta de entrada ha sido restaurado, recuperando el relieve de su decoración con mortero de barro y dando una terminación con mortero de cal. 

Se potencia la idea de “recinto” del conjunto, rehaciendo los muros perimetrales de parcela que no existían con tapiales de 1 codo de espesor y 1 hilada de altura y se revocaron con mortero de tierra. Además se procedió a nivelar el terreno de la parcela y se plantaron palmeras, ayudando al mantenimiento del entorno.